Este tramo del camino, se llama: Re-descubriéndome...
1. He cambiado pero me he resistido a aceptarlo. Tras cada acontecimiento que nos afecta, el cuerpo físico, mental, emocional se re-configura para adaptarse a la nueva situación. Es un principio vital de supervivencia. En ocasiones, los cambios nos hacen contactar con versiones de nosotros que son incómodas o que rechazamos, pero que son necesarias para seguir evolucionando. Así que toca hacer las paces con esas versiones, aceptarlas, entender las raíces y trabajarlas (si así lo ameritan) amorosamente y con paciencia.
2. No importa donde esté, ni lo que pase, mi propósito está claro: servir con amor y entrega. Eso le da sentido a mi vida. Poner al servicio de otros lo que he aprendido, ser instrumento para el bien y sentirme útil.
3. Tengo mucho amor para dar, pero no soy toda bondad. Hay momentos en los que siento rabia, tristeza, y ganas de dar unos cuantos boletos (sin retorno) al mismísimo carajo. Y saben qué? No quiero disfrazarlo, quiero sentir la ira cuando sea necesario, y llorar como una Magdalena cuando la tristeza me abrace. Tener la libertad para vivir las emociones sin encapsularlas.
4. He cuestionado muchas de mis creencias respecto al amor, tanto que a veces se desdibuja la línea entre lo que está bien y lo que no. Me ha tocado viajar al pasado, a mi niñez, revisar cada concepto heredado que se convirtió en verdad personal y volverlos trizas para entender mis elecciones.
5. De locos, tóxicos y rotos todos tenemos un poco, y gracias a ello podemos apreciar lo que nos hace bien. "El agua salada parece salada para alguien que ha probado el agua dulce. Las cosas se vuelven claras a través de sus opuestos" decía Rumi.
6. No soy mis pensamientos, no soy la cuenta de instagram, no soy los zapatos que uso, no soy el estado civil, no soy el título universitario, no soy el saldo de mi cuenta bancaria, no soy mi estatus migratorio...Todas esas, son identificaciones circunstanciales a las que me apEGO, para crear corazas que me protegen de lo que me da miedo y debajo de las cuales, yace mi esencia real, conectada con el amor. Entonces, viene bien preguntarme a cada rato: Me mueve el amor o el miedo?.
7. Cada vez disfruto y anhelo más las cosas sencillas: perderme en la belleza de las flores, meditar en las formas de los árboles, el olor del café, el abrazo que está por llegar, el silencio, el mar (4 años sin verle, olerle, sentirle para este cuerpo caribeño es demasiadooo!), el contacto piel a piel sin teléfono de por medio (aunque agradezco infinitamente a la tecnología), tranquilidad.
Francamente... sigo aprendiéndome mientras suelto (a veces con dificultad) lo que pensé que era/sabía.
1. He cambiado pero me he resistido a aceptarlo. Tras cada acontecimiento que nos afecta, el cuerpo físico, mental, emocional se re-configura para adaptarse a la nueva situación. Es un principio vital de supervivencia. En ocasiones, los cambios nos hacen contactar con versiones de nosotros que son incómodas o que rechazamos, pero que son necesarias para seguir evolucionando. Así que toca hacer las paces con esas versiones, aceptarlas, entender las raíces y trabajarlas (si así lo ameritan) amorosamente y con paciencia.
2. No importa donde esté, ni lo que pase, mi propósito está claro: servir con amor y entrega. Eso le da sentido a mi vida. Poner al servicio de otros lo que he aprendido, ser instrumento para el bien y sentirme útil.
3. Tengo mucho amor para dar, pero no soy toda bondad. Hay momentos en los que siento rabia, tristeza, y ganas de dar unos cuantos boletos (sin retorno) al mismísimo carajo. Y saben qué? No quiero disfrazarlo, quiero sentir la ira cuando sea necesario, y llorar como una Magdalena cuando la tristeza me abrace. Tener la libertad para vivir las emociones sin encapsularlas.
4. He cuestionado muchas de mis creencias respecto al amor, tanto que a veces se desdibuja la línea entre lo que está bien y lo que no. Me ha tocado viajar al pasado, a mi niñez, revisar cada concepto heredado que se convirtió en verdad personal y volverlos trizas para entender mis elecciones.
5. De locos, tóxicos y rotos todos tenemos un poco, y gracias a ello podemos apreciar lo que nos hace bien. "El agua salada parece salada para alguien que ha probado el agua dulce. Las cosas se vuelven claras a través de sus opuestos" decía Rumi.
6. No soy mis pensamientos, no soy la cuenta de instagram, no soy los zapatos que uso, no soy el estado civil, no soy el título universitario, no soy el saldo de mi cuenta bancaria, no soy mi estatus migratorio...Todas esas, son identificaciones circunstanciales a las que me apEGO, para crear corazas que me protegen de lo que me da miedo y debajo de las cuales, yace mi esencia real, conectada con el amor. Entonces, viene bien preguntarme a cada rato: Me mueve el amor o el miedo?.
7. Cada vez disfruto y anhelo más las cosas sencillas: perderme en la belleza de las flores, meditar en las formas de los árboles, el olor del café, el abrazo que está por llegar, el silencio, el mar (4 años sin verle, olerle, sentirle para este cuerpo caribeño es demasiadooo!), el contacto piel a piel sin teléfono de por medio (aunque agradezco infinitamente a la tecnología), tranquilidad.
Francamente... sigo aprendiéndome mientras suelto (a veces con dificultad) lo que pensé que era/sabía.
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