Sin pretensiones del ego, la vida va fluyendo en el aquí y el ahora. Se mueve despacio o rápido pero consciente. Presente en el ejercicio de observar, escuchar, sentir, degustar, tocar, como un testigo silencioso de lo que ocurre alrededor y al que a pesar de las afecciones no se doblega ante la emoción, porque ha aprendido a auto-regularse. Tarea fácil no es, pero sí posible y administrable. De hecho, es más sostenible que gastar las energías enfocando la atención en la angustia, el miedo y la ansiedad de los asuntos no resueltos. Volver a aprovechar los recursos que nos han sido entregados, sin desperdicios ni excesos en su justa y clara medida, para continuar el camino un paso a la vez, es el ejercicio.